Bernardí Roig homenajea al cine
No somos más que el animal que perseguimos
Pier Paolo Pasolini, Michaelangelo Antoniono, David Lynch, Werner Herzog, Ingmar Bergmann, Alain Resnais, Andrei Tarkovski. Los tótems cinematográficos que han marcado al escultor y videoartsta Bernardí Roig reviven a traves de la exposición Teorema (interrumpido), que el artista mallorquín acaba de inaugurar en la fundación Lios Seoane de La Coruña.
Una poderosa influencia la del cine en el devenir estilístico de este devoto de Thomas Bernhard, como demuestra el propio título de la específica muestra, un tributo al director de películas como Accattone, Pocilga o Mamma Roma.
Hay una obra en la exposición donde retomo algunas imágenes de Teorema, el momento de máxima felicidad de la hija del industrial Milanés. Ella gira sin parar en una especie de danza eterna alrededor de la cámara, después de haber sido poseída por Terence Stamp. Es un primer plano de un rostro perforado por entusiasmo sin garantías>> declara Roig antes de continuar: como no podía ser de otra manera, hay que seguir buceando en las entrañas de nuestro profundo malestar en sus propias palabras, la retrospectiva flexible una selección de mis trabajos fílmicos desde 2001 hasta 2011, algunos son solo videos, otros dibujos, polaroids, video esculturas y algunas piezas sonoras agrega, son trabajos marcados por una fuerte voluntad narrativa y en ellos queda patente, mas que la apropiación , el canibalismo.
Tanto el cine como la literatura son, para mi, grandes maquinarias que producen imágenes dialécticas, en el sentido de que son imágenes que surgen de la relectura y de la apropiación de otras imágenes. Así forman una cadena infinita que se retroalimenta eternamente. En este sentido soy como un depredador de imaginarios, porque, al final, lo que somos no es otra cosa que el animal que perseguimos. proclama también este artista cada vez mas internacional, dotado de un vigor expresivo, de una contundencia y de una valentía en las antípodas de la complacencia.
Fernando Castro Florez ejerce de comisario de esta primera exposición exclusivamente cinematográfica de Bernardí Roig, con invocaciones a largometrajes tan míticos como Blow-up, Blue vulvet, Gritos y Susurros.
No hay ninguna búsqueda de la catarsis aristotélica. Lejos queda el temor y la compasión, del mismo modo que lo épico está desmantelado, afirma el crítico, quien escribe en el catálogo editado por la Fundación Seoane.